domingo, 21 de junio de 2009

Valores vs violencia en las escuelas

El papel de la familia



No hay bueno ni malo, sólo consecuencias
Anónimo


Resumen

La violencia en las escuelas es un fenómeno a nivel mundial que se ha visto incrementando en la actualidad. Con base en una breve revisión bibliográfica se analiza el papel que juega la familia en la transferencia de valores. O caso contrario de antivalores, que dan como resultado individuos agresivos incapaces de experimentar sentimientos de altruismo o valores espirituales. Lo cual se verá reflejado en un comportamiento escolar violento. Sin embargo el comportamiento violento puede ser reorientado en el ámbito individual, familiar y escolar.

Introducción

La violencia que se presenta en las escuelas se ha ido incrementando hasta nuestros días y es una problemática a nivel mundial. Como docente y madre de familia me preocupa esta situación y me surgen varias preguntas: Si bien es cierto que la violencia está vinculada con el desarrollo de la humanidad, ¿por qué se ha incrementado en las instituciones educativas actualmente? ¿En realidad se están perdiendo valores o solo están cambiando, respecto de nuestra propia escala? ¿Son los padres los únicos generadores de personas violentas? ¿La escuela actual es eficaz en el fomento de valores? ¿Existe alguna relación entre la política educativa y la violencia observada en las escuelas? ¿Cuál es la actitud de los maestros frente a los actos violentos que se presentan en las escuelas? ¿Cuánto refleja La violencia escolar lo que está ocurriendo en la sociedad?

Este trabajo tiene como objetivo, mediante la revisión de literatura referente al tema, reflexionar sobre el papel que juega la familia en la transferencia de valores y la generación de la violencia en las escuelas como consecuencia de la deficiente o nula transmisión de éstos.

La familia, transmisora de valores y violencia

Como bien dice Barba (2007) la familia es la principal institución encargada de la transmisión de valores, puesto que tiene mayor impacto en la moralidad que la escuela y la religión. Es en el seno familiar donde el niño aprende a través de la convivencia e interacción con sus seres queridos. Durante la niñez es muy importante el ejemplo que recibe de sus padres, puesto que son su modelo a seguir. De este modo, crece haciendo suyos los valores o antivalores que le son transmitidos y aprende de las conductas observadas modelos de comportamiento (Patró & Limiñana, 2005) que ha de reproducir en su entorno social.
Otra función importante que cumple la familia es la de promover el desarrollo socioafectivo del niño, el dotarlo con las herramientas necesarias para que de adulto sea capaz de convivir sanamente y desenvolverse en cualquier medio. Bertherton (2004 en Barba, op.cit) encontró en un estudio realizado en Aguascalientes, que la familia es considerada la institución más importante en el desarrollo socioafectivo por el 96% de las personas, sobre el trabajo (87%) y la religión (72%).
Con el paso del tiempo la institución familiar ha experimentado cambios, la modernización social permea a la familia promoviendo la incorporación de la mujer al mercado laboral, la tendencia a reducir el número de hijos, el aumento de separaciones, hijos que viven solos o con uno de sus padres, el aumento de familias uniparentales lo que trae como consecuencia que pierda su capacidad como transmisora de cultura y de sistema de valores, (Tedesco, 1998).
Un ejemplo de lo anterior es la incapacidad de los padres para poner límites a sus hijos. Se portan como el genio de la lámpara maravillosa cumpliendo toda clase de deseos, subsanando en los hijos las carencias que ellos tuvieron en su infancia.
Malentienden el amor paternal o maternal. Actúan como cómplices al solucionar las faltas en que incurren sus vástagos, sin corregirlos. Y supliendo con cosas materiales o dinero la carencia de tiempo y/o atención. Lo cual trae consigo la formación de adolescentes intolerantes, inconscientes, demandantes y que creen merecerlo todo.
No obstante ser la principal transmisora de valores, en la actualidad la familia es uno de los grupos sociales en los que se observan más comportamientos violentos y por ende se convierte en transmisora de antivalores. Por ejemplo, en Estados Unidos Straus y Gelles en 1996 (en Patró & Limiñana, 2005) basándose en los resultados de una de las encuestas de victimización más amplias realizadas en la población norteamericana, afirman que es más probable que una persona sea golpeada o asesinada en su propio hogar por otro miembro de su familia, que en otro sitio o por otra persona. Mientras que en España 1/3 de los homicidios cometidos anualmente tienen como víctima y victimario a los miembros de una misma familia. (Cerezo, 2004, en Patró & Limiñana, op. cit). Tal parece que demasiada permisividad así como la intolerancia violenta tienen resultados nefastos, como dijeran las abuelas “ni tanto que queme al santo ni tanto que no le alumbre”. Los extremos siempre son malos.

Factores de riesgo para el desarrollo de la violencia juvenil

Dado el impacto de la violencia en las últimas décadas, en 1996 fue declarada por la Asamblea Mundial de la Salud, como un problema de salud pública. Sin embargo Muñoz (2008) menciona que los medios de comunicación, los líderes de opinión, analistas sociales y políticos, han contribuido a agudizar en el imaginario colectivo la impresión de que la violencia crece exponencialmente y de manera incontrolada. Tal vez tenga razón, no obstante, uno de los principales indicadores de la violencia es el homicidio, siendo Latinoamérica una de las zonas donde se registran en mayor cantidad, como lo reportan Acero, A., Escobar-Córdoba, F., Castellanos, E (2007), en la siguiente tabla.

Región o país Tasa de homicidios * (año)

País de Gales 0.6 (1999)
Estados Unidos 6.9 (1998)
Mundial 8.8( 2000)
Brasil 23.5 (1995)
Latinoamérica 28.4 (1994)
El Salvador 55.8 (1993)
Colombia 65.0 (2002)


*Por 100,000 habitante año


Es en la familia donde se puede gestar la semilla de la violencia. Los factores de predisposición para que los jóvenes desarrollen conductas violentas suelen ser el tener padres criminales, sufrir de maltrato infantil, el formar parte de una familia disfuncional, uniparental o numerosa, las malas técnicas de crianza y la baja cohesión familiar. Acero y colaboradores (op cit) han encontrado que el ser testigo de violencia intrafamiliar o de actos violentos por parte de los padres predispone tanto a ser víctima como victimario de actos violentos. Además los niños víctima de maltrato infantil tienen 53% más probabilidad de ser arrestados en la juventud, y 38% más de cometer un crimen violento.
Pero no solamente contribuyen los padres, un entorno social violento sin lugar a dudas también hace su parte. Citando nuevamente a Acero y colaboradores (op cit) quienes encontraron que otros factores de riesgo son los barrios con altos índices de desempleo, pobreza y mujeres cabeza de familia. Por otra parte la disponibilidad de armas, droga y la existencia de pandillas en el vecindario también contribuyen a este problema.

Consecuencias de la violencia intrafamiliar

La violencia intrafamiliar deja graves secuelas en las personas violentadas afectando no sólo en el aspecto físico, también en el psíquico e intelectual, trayendo consigo trastornos psiquiátricos que originan individuos incapaces de experimentar altos valores.
“Muchos trastornos psiquiátricos están relacionados con la privación afectiva en edades tempranas, lo que impide la maduración de centros nerviosos del Diencéfalo incapacitando de por vida para el pensamiento, superior los sentimientos altruistas y los valores espirituales, en contraste, cuanto más amplio el espectro afectivo, más potencialidades éticas, inteligencia emocional y capacidad de socialización que permitirán cimentar fuertemente principios morales, intereses y sentimientos sociales”. (Clavijo, A., 2007).
Las estadísticas (Mc Donald y Jouriles, 1991, Corbalán y Patró, 2003 en Patró, R & Limiñana, R.M, op. cit) muestran que entre el 25% y el 70% de los niños de familias en las que se producen episodios violentos manifiestan problemas clínicos de conducta, como conductas agresivas y antisociales.
Los niños aprenden lo que ven, si en el hogar observan cualquier tipo de conducta violenta, la reproducen utilizándola como un método válido y efectivo para solucionar conflictos en cualquier ámbito en el que se desenvuelvan.
Las víctimas de violencia intrafamiliar -sin duda alguna- también se ven afectadas en el espacio escolar, ya que al exhibir estrategias interpersonales agresivas e inconsistentes con su grupo de iguales tienen una alta probabilidad de no ser aceptados entre sus compañeros, con el consiguiente riesgo de aislarse o de inclinarse hacia grupos de iguales desviados o agresivos (Dishion, Patterson, Stoolmiller y Skinner, 1991, en Patró, R & Limiñana, R.M, op.cit). Personalmente y como miembro de un consejo escolar con cierta frecuencia observo cómo los jóvenes se inclinan al consumo de drogas o alcohol como un escape a su soledad o sus problemas en general, desafortunadamente los padres interiorizados en su dinámica diaria no se percatan de ello.
Y, sin embargo, la violencia se puede frenar o reorientar en distintos campos de acción. En el ámbito individual favorece la actitud intolerante hacia conductas incorrectas, el alto coeficiente intelectual, el ser mujer, la orientación social positiva y el percibir las consecuencias de actos incorrectos. En el seno familiar las buenas relaciones con los padres y otros adultos, la vigilancia por parte de los padres y una estructura familiar intacta. En el área escolar: el compromiso con la escuela y la participación activa en actividades convencionales, grupos de amigos positivos con intolerancia ante conductas incorrectas y compromiso con la escuela. (Acero, A, Escobar-Córdoba, F, Castellanos, E, op.cit,), (Prieto, M.T, Carrillo, J. C, Mora, J., 2005).

Concluyendo, la familia juega un papel fundamental en el fomento de valores o antivalores, las causas de la potenciación de la violencia están ligadas a esta institución social, no obstante, las conductas violentas o agresivas pueden ser reorientadas hacia conductas sanas en beneficio del individuo y la sociedad.

Referencias

Acero, A., Escobar-Córdoba, F., Castellanos, E.(2007)). Factores de riesgo para la violencia y homicidio juvenil. Revista Colombiana de Psiquiatría, 36(1). Recuperado el 5 de mayo de 2009 de http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/806/80636107.pdf

Barba,B (2007). Experiencia y Construcción Personal de la Moralidad. Revista Mexicana de Investigación Educativa, 12(35).p 1209-1239. Recuperado el 10 de mayo de 2009 de http://www.comie.org.mx/v1/revista/portal.php?idm=es&sec=SC03&&sub%20=SBB&criterio=ART35005

Clavijo, A. (2007). La Educación en valores, desde la familia, Conocimiento, Educación y Valores, recuperado el martes 28 de abril de 2009 desde http://acosoescolar.es/valores/ConferenciaM/Clavijo_P_A-ISCMCMG-%20%20%20%20ConferenciaM.pdf

Díaz-Aguado, M.J, (2005). Por qué se produce la violencia escolar y cómo prevenirla. Revista Iberoamericana de Educación. (37), España, pp.17-47 http://redalyc.uaemex.mx/src/inicio/ArtPdfRed.jsp?iCve=80003703&iCveNum=5977

Gómez, A (2005). Violencia e Institución Educativa. Revista Mexicana de Investigación Educativa, 10(26).p 693-718. Recuperado el 10 de mayo de 2009 de http://www.comie.org.mx/v1/revista/visualizador.php?articulo=ART00071&criterio=http://www.comie.org.mx/documentos/rmie/v10/n026/pdf/rmiev10n26scB02n03es.pdf


Tedesco, J. C. (1996). La educación y los nuevos desafíos de la formación del ciudadano. Nueva Sociedad, 146, 74-89. Recuperado 29 de abril de 2009 de http://www.nuso.org/upload/articulos/2548_1.pdf

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